Hace aproximadamente 6 años, me encontraba atravesando una soledad muy profunda, creo que ningún ser humano merece sentirse solo, pero sin duda a veces experimentamos temporadas donde nos sentimos asi. Como caminando en círculos, como girando sin sentido.
La vulnerabilidad que se experimenta después de la pérdida de un hijo en el vientre, nadie puede definirla aún, ni siquiera quien la vive, puede nombrar su dolor. Es que nadie debería enterrar a un hijo, pero mucho menos nadie debería despedirse de un hijo no conocido. Es un dolor profundo, es un dolor que te quiebra por dentro. Pero como alguna vez leí por ahí; "No es lo que pierdes, sino en quien te conviertes". Y yo me había convertido en una desconocida solitaria. Culpaba a Dios, culpaba a mi esposo, me culpaba a mi misma, culpaba a quien más podía. Y vaya, como pesa la culpa, nos lleva a fragmentar el alma y la mente.
Ahí estaba, dos años después, con las manos vacías, con el vientre vacío y el alma oscura. Nublada en mis pensamientos y sintiéndome profundamente sola. Sentí que nadie cerca de mi, podía comprenderme y me encerré en la cueva de mi dolor. Lo que sucedería después de todo es la pérdida de mi misma. Escuché las voces que decían: "no sucede nada" "Ya pasará, lo vas a entender"pero si me estaba sucediendo y no lo estaba entendiendo, aún escuche el silencio de aquellos que no sabían que decir, escuchaba la compasión o lástima y sin darme cuenta, me convertí en una triste vagabunda emocional por elección, porque siempre es más fácil aquello que nos lleva a no enfrentar lo que nos duele, si podemos huir de él huimos, si podemos mentirnos, lo hacemos, si podemos esconderlo, lo escondemos y en medio de ello, la distorsión toca a la puerta tarde o temprano.
Así, pese a todo alguien que me hacia sentir que podía tomar el rumbo nuevamente, encontré el amor en medio de tanto dolor, unos ojos que me miraban de verdad. Una mano que sin importar nada, me sostuvo en esa temporada. Sus dulces palabras me hacían sentir que había vida. Pero yo, seguía perdida y a pesar de esto, me perdí más. Ciclos, vicios mentales y emocionales, profundos agujeros negros en mi alma y en mi mente, me jalaban más profundo. En ese entonces me preguntaba cómo una pérdida, no definida, puede convertirte en todo esto.
Nos rodea toda esa oscuridad en el alma y no sabemos que hacer con todo eso. Transcurre el tiempo y el dolor nos sigue consumiendo, vamos perdiendo más de lo que perdimos al inicio de la travesía. Quién podría explicarlo, para entonces ya no te reconoces. Para entonces, ya no sabes quien eres.
Pero en medio de todo esto, ocurre todo lo que tiene que ocurrir para llevarnos a enfrentar ese dolor profundo, suceden sacudidas emocionales, el caos que desata crisis, la tempestad que pone a prueba el amor, empiezan a caer los fragmentos de tu alma justo frente a ti un solo propósito, enfrentarte a la verdad, a aquello que no has resuelto. Sucede un segundo quebrantamiento, fuerte. Te hace mirar al cielo y vaciarte, rendirte y soltar, por fin, soltar. Duele hasta la médula de los huesos. Pero al dolor hay que exprimirlo, hay que agotarlo, hay que drenarlo completamente, poco a poco pero violentamente. Hay que arrancarlo de raíz. Cuando esto ocurre, se enciende una luz pequeña, puede verse a lo lejos. Una nueva Oportunidad, un reinicio.
"Aceptar, es el primer paso para sanar"
Empezamos a ver esa pequeña luz a medida que vamos reconociendo, aceptando que no somos los únicos que estamos sufriendo. A veces en el dolor de la pérdida nos volvemos egoístas y pensamos que nadie puede entendernos y nos aislamos, pero no es así. Todos necesitamos saber que no estamos solos y aunque nadie este viviendo lo que estamos viviendo, todos hemos perdido algo o alguien.
Mira a tu alrededor, hay muchas personas que te aman, no subestimes el poder del amor a través de otros.
"No por decir una mentira muchas veces, se convierte en verdad"
Esta luz brilla y comienza a guiar nuestro corazón cuando somos honestos con Dios y con nosotros mismos. Mentirnos a nosotros mismos y a los demás, sólo nos llenará de mayor dolor.
La verdad se enfrenta despojándonos de las mentiras que nos decimos a nosotros mismos.
Empezaremos a mirarnos a través de la luz, cuando hablamos, cuando rompemos el silencio, cuando renunciamos a vivir en silencio, hablar abre las compuertas de nuestra alma y las emociones se drenan. Emociones que se han enquistado ahí en nuestra alma y en nuestro cuerpo por años.
"El Perdón es la medicina para curar el alma y el cuerpo"No es fácil, nadie dijo que lo es. Es un proceso, que requiere decidir perdonar y sobre todo perdonarnos, despojarnos de culpar a otros. Perdonar nos devuelve la capacidad de amar y nos permite despojarnos de las vestiduras de resentimiento, venganza y sufrimiento.
Mira al cielo, levanta tu mirada por un momento, quizá no haya respuestas para tus preguntas, pero en medio de todo, a través de todo, sigues vivo, sigues viva, cada día es una oportunidad para reescribir la historia. Para un encuentro, para agradecer y tener contentamiento, de encontrar la plenitud.
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